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Tierras raras: no sólo un arma diplomática en la escena internacional

            En los medios de comunicación, ya sea en anuncios, reportajes o telediarios, se habla con frecuencia de un tema concreto: la energía verde. De hecho, con catástrofes naturales como las inundaciones en Alemania y Bélgica (julio de 2021) o los incendios forestales en torno al Mediterráneo (agosto de 2021), cada vez más políticos plantean la emergencia climática[1]También insisten en un uso progresivo de la energía verde, en particular las energías renovables (paneles fotovoltaicos, turbinas eólicas) y los coches eléctricos[2].

            Es interesante señalar que entre los materiales utilizados para esta energía alternativa se encuentran las tierras raras, un grupo de 17 elementos químicos (escandio, itrio y los 15 lantánidos) que se han convertido en un elemento esencial para muchas industrias de alta tecnología (especialmente la militar) y tecnologías de bajo carbono (imanes de turbinas eólicas)[3]. Actualmente se utilizan en el campo digital, por ejemplo el indio para las pantallas táctiles, así como el neodimio, el galio, el disprosio y el praseodimio para los paneles fotovoltaicos, las turbinas eólicas y los coches eléctricos[4].

            Las propiedades de estas tierras raras (alta estabilidad térmica, alta conductividad eléctrica, fuerte magnetismo) han permitido aumentar considerablemente el rendimiento de las tecnologías, reduciendo al mismo tiempo la cantidad de materiales consumidos[5]

            Sin embargo, la producción minera de tierras raras casi se ha triplicado en 25 años, pasando de 80.000 toneladas en 1995 a 213.000 toneladas en 2019, con China dominando la producción (62 %), muy por delante de Estados Unidos (12 %) ...y Myanmar (10 %)[6]

           Solo China produce 85 % de las tierras raras consumidas en 2019[7].  

           En cuanto a la distribución de las reservas contabilizadas según las estimaciones del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS): más de tres cuartas partes de estas reservas (es decir, hasta 120 millones de toneladas) están en manos de tres países del mundo: China, Brasil y Vietnam[8]. Pero también existen grandes reservas en India y Rusia[9].

            Sin embargo, la extracción de tierras raras presenta varios inconvenientes: toxicidad de los residuos, contaminación del suelo y del agua (aguas subterráneas)[10]. Además, según el periodista y especialista en tierras raras Guillaume Pitron, autor del libro La guerra de los metales raros  (2018), para un solo kilo de galio, también utilizado en las bombillas de bajo consumo, hay que excavar 50 toneladas de roca[11]. El Toyota Prius contiene 1 kg de neodimio en su motor, además de 10 kg de lantano en su batería[12]. En cuanto a los aerogeneradores offshoreUtilizan motores de accionamiento directo y requieren un alternador de imanes permanentes; cada uno contiene unos 600 kg de tierras raras (disprosio y neodimio) por megavatio de potencia[13].

            Además, hay otros dos problemas, esta vez relacionados con la producción y la exportación/importación de estos recursos: (1) la criticidad geológica de las tierras raras (por ejemplo, su suficiencia para cubrir las necesidades futuras), (2) la seguridad de suministro de los países consumidores, encabezados por EE.UU., Europa y Japón, con respecto a las cuestiones geoeconómicas y los impactos ambientales[14]

            De hecho, Estados Unidos y la UE están trabajando para diversificar sus fuentes de suministro de tierras raras con el fin de reducir su dependencia de China[15]. Para lograr este objetivo, Estados Unidos relanzó en marzo de 2021 la mina de Mountain Pass, abandonada desde la década de 2000, mientras que la UE quiere crear una alianza para asegurar el suministro[16]. Por el proyecto Enviree, financiado por la Comisión Europea[17]Europa también ha explorado otra vía para aumentar su independencia: la recuperación de los residuos de las minas europeas para producir tierras raras en su territorio. 

           También en Europa, en el ámbito nacional, aunque centrándose en el reciclaje, se están estudiando dos grandes proyectos mineros europeos (Norra Karr en Suecia y Kvanefjeld en Groenlandia)[18]. Incluso en Gran Bretaña, que acaba de salir de la UE, se está construyendo la primera gran planta de procesamiento de tierras raras, precisamente en Hull (norte de Inglaterra)[19].

            Evidentemente, las tierras raras y la energía verde son una baza para el mundo digital, pero poco a poco se han convertido en una nueva arma diplomática; como antes ocurrió con el petróleo entre Occidente, los países árabes y Rusia.

Placas metálicas apiladas de imanes de neodimio de tierras raras

           Esta vez, se trata de una nueva rivalidad entre China y Occidente, que tiene un impacto tecnológico en sus respectivas industrias (los casos de Huawei, Google y Tesla)[20]. China ya había utilizado las tierras raras como medio de presión sobre Japón en 2010, durante las tensiones en el Mar de China Oriental frente a las islas Senkaku/Diaoyu, al suspender las exportaciones de estos metales desde China a Japón, que vio entonces cómo su industria digital se quedaba temporalmente sin recursos[21].

           En 2013, un informe del Congreso de Estados Unidos señaló: "El casi monopolio de China [en la producción de tierras raras] corre el riesgo de convertirse en una amenaza para la seguridad nacional.[22]. Por tanto, "energía verde" significa "interés geopolítico".

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